Control de peso
Cómo dejar de comer por estrés
Herbalife 19 de octubre de 2023
Comer por estrés no suele quitar el estrés y, si se hace con demasiada frecuencia, también puede añadir kilos. Aquí tienes algunos consejos para vencer este hábito.
Comer emocionalmente: Sucede
A muchos nos ocurre de vez en cuando que comemos emocionalmente. Tal vez te hayas animado con un bol de helado tras un día inusualmente duro o hayas cogido a hurtadillas unas patatas fritas del plato de tu mejor amigo mientras recapitulabas una cita desastrosa. Pero cuando la alimentación emocional se nos va de las manos, cuando comer es la primera y más común respuesta a pensamientos y sentimientos negativos, es hora de hacer balance.
¿Es hambre emocional o física?
Hay algunos signos reveladores que pueden ayudarte a distinguir el hambre emocional o el estrés alimentario del hambre física real.
- Comer por estrés emocional suele aparecer de repente. Empiezas a sentirte estresado o tenso, y ¡zas! Tienes antojo de nachos. En cambio, el hambre física suele aparecer gradualmente. Empiezas a sentir hambre pero puedes esperar para comer, lo que te da tiempo para elegir sabiamente y saciar ese hambre con algo que sea bueno para ti.
- Comer por estrés suele provocar un antojo de un alimento azucarado, graso y rico en calorías, y a menudo muy específico (no simplemente "chocolate", sino "un trozo de tarta de chocolate de tres capas").
- Una vez que se ha saciado el hambre física y el estómago está cómodamente lleno, es señal de que ya se ha comido suficiente y se tiende a dejar de comer. Pero cuando las emociones son el motor, es fácil ignorar lo que te dice el estómago.
- Comer por estrés puede levantar el ánimo momentáneamente, pero luego, con la misma rapidez, aparecen la vergüenza y el sentimiento de culpa. Por otra parte, cuando terminas una comida que ha saciado tu hambre física, no sueles sentirte culpable después por haber comido.
Consejos para afrontar las conductas alimentarias estresantes
- Lleva un diario de alimentos. Un diario de alimentos puede ayudarte mucho a ver qué desencadena tu estrés alimentario. Cada vez que sientas la necesidad de comer, anota el grado de hambre que tienes en una escala del 1 al 10 (1 = me muero de hambre; 10 = estoy tan lleno que tengo que aflojarme la ropa).
- Reconoce tus sentimientos. Sabes que las emociones son el desencadenante del estrés, así que ¿por qué no reconocerlas? No pasa nada por estar enfadado, solo o aburrido a veces. Las sensaciones pueden ser desagradables, pero no peligrosas.
- Trabaja tus habilidades. Cuando te ataque el estrés, prueba a preguntarte: "¿Qué es lo peor que me puede pasar si no como?". Sí, puede que tu nivel de estrés aumente un poco, pero la sensación pasará. Practica la tolerancia de tus emociones.
- Busca alternativas a la comida. Tómate unos momentos para reflexionar sobre tus sentimientos y pensar en formas de resolver tu problema. Haz una lista de cosas que puedes hacer en lugar de comer, como caminar, escuchar música o meditar.
- Deshaz tus malos hábitos. Los comedores emocionales refuerzan continuamente la idea de que la mejor forma de tratar las emociones negativas es con comida. Y al igual que otros malos hábitos, comer por estrés ocurre antes de que hayas tenido la oportunidad de pensar en ello. Así que tienes que "desaprender" tus malos hábitos y practicar otra cosa que no sea comer cuando tengas un mal día.
- Espera a que pase. Las personas estresadas suelen temer que si no satisfacen la necesidad de comer, el antojo empeorará. Pero cuando practican tácticas dilatorias, a menudo se sorprenden de que el impulso simplemente pase.
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